Sin embargo, de nosotros SÍ depende el primer paso, ya que el hecho de tener una identidad en el mundo físico no implica poseer una identidad digital, sino que ésta ha de crearse y gestionarse. En el momento en que nosotros decidimos registrarnos en Facebook o crearnos una cuenta de Google para poder comentar en el blog de algún amigo, ya hemos abierto la puerta hacia la virtualidad. También dependerá de nosotros la imagen más superficial que transmitamos en la red, la primera impresión que suscite esta nueva identidad.
Así pues, tendremos dos opciones a la hora de empezar a construirla: o bien mostrar una imagen real de nosotros mismos (con una página de perfil cuidada y verídica, ya sea para utilizarla con fines laborales o simplemente para existir en la red); o bien aprovecharse del anonimato que brinda Internet para crear una identidad parcial o completamente distinta a nuestra realidad verdadera, con objetivos muy diversos. Es decir, cada uno de nosotros podremos elegir si deseamos tener o no una identidad digital que coincida con la física, o bien modificar ciertos rasgos como la edad, el género o las características físicas y psicológicas de la misma.
En cualquier caso, nosotros somos los que decidimos la imagen que nos permitirá ser visibles en la red. Escogeremos un nombre concreto (ya sea el nuestro propio, uno ficticio o un nick que nos agrade), una fotografía que nos identifique (o no) y una serie de datos de todo tipo. Si abrimos una cuenta de Facebook, por ejemplo, el simple hecho de unirse a un grupo u otro irá perfilando la imagen que el resto de usuarios tenga de nuestra persona. Así pues, un sujeto que forme parte de "Dios, devuélvenos a los Beatles y te daremos a los Jonas Brothers", no se sentirá identificado con aquellos que se unan a "Levanten la mano los Biebers si están orgullosos de Justin". O, cambiando de tercio, probablemente los dientes de los miembros de "Tortura, ni arte ni cultura" rechinarán al ver el grupo "Yo también defiendo al Grupo Intereconomía TV" en el perfil de algún contacto...y así sucesivamente.
En definitiva, los usuarios y sus nuevas identidades digitales mostrarán, en primera instancia, "una personalidad construida a partir de categorías y atributos sociales estandarizados con los cuales modelará su presentación online, creando una imagen que lo representa"
Diseñar un avatar, escoger la foto que usaremos como principal y adaptarla a una página de perfil de ciertas características, son acciones que definen nuestro "Yo" virtual más superficial y que a su vez constituyen la parte más importante y decisiva de nuestra "presentación en sociedad" Porque sí, señores, tanto si optamos por mostrar nuestra imagen genuina en la red, como si preferimos permanecer en el anonimato, la primera impresión es la que más cuenta. Como si de un juego de seducción se tratase, y más si nuestro objetivo es reclutar a numerosos followers con nuestro Twitter o al tipo que más veces le dé a "Me gusta" en nuestras publicaciones de Facebook. Ahí va un ejemplo: Probablemente, si os toparais con estos sujetos vía Facebook, no sentiríais unas ganas irrefrenables de agregarlos a vuestra lista de contactos...¿Pero quién de nosotros/as no ha pensado "Qué tipos más originales e ingeniosos, me los pido para Reyes"? Sí, quizá esté exagerando un poco, pero el "mal" ya está hecho: Jason, Jon y Tamara han conseguido meterse en nuestras retinas con un diseño innovador durante al menos unos segundos.
La identidad virtual está sujeta a la valoración de los demás, y más cuando ésta se construye en una red social. Que estas tres personas hayan conseguido atraernos con una sencilla composición fotográfica significa que su identidad virtual más superficial ya ha sido configurada de forma positiva o negativa (dependiendo de los gustos de quien mira, claro) Para bien o para mal los tres han conseguido un lugar en la red, y por lo tanto, las fases de Participación y Valoración Social están más que superadas. ¿Pero qué ocurre con las de Reputación y Credibilidad? Esa ya es otra historia...
Irene Benlloch Cabiedas
Esta claro que las personas en la vida real tenemos una identidad y en la vida virtual otra. Puede ser que se parezcan o puede ser que tengan poco que ver pero lo que si está claro es que la identdad virtual te permite, en muchos casos, participar en la Red de una forma más deshinibida. La gente parece que se siente protegida por su identidad virtual, lo que facilita la participación en grupo de una forma más fácil.
ResponderEliminarMe han gustado mucho los ejemplos de perfiles que has subido, ,e parecen muy originales y tienes razón cuando dices que al verlos hacen que te caigan bien simplemente viendo el estilo de su perfil.