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sábado, 1 de octubre de 2011

¡No te metas a mi Facebook!

Con el desarrollo de las redes sociales y la aceptación de estas como herramienta fundamental para la vida cotidiana se pierde el miedo a publicar datos con mayor o menor relevancia. Cuando configuramos cualquiera de nuestras cuentas estamos constituyendo nuestra identidad virtual con aquello que decimos o bien ocultamos.

 Algo tan nimio como pueda ser nuestro nombre puede ganar importancia cuando una persona a la que no conoces te llama por él porque lo ha leído en alguna red social. No pasa sólo con el nombre, pues es sólo el principio. Con los datos que se publican en un perfil se puede saber edad, estudios de una persona, experiencia laboral, amigos en común e incluso gustos de todo tipo, ya sea por los musicales como "Sidonie" o por los de deportes como"Hacer vida social en pijama". 
Es algo rocambolesco pensar que alguien a quien no conoces de nada puede saber cuál es la última canción que has escuchado en Spotify sólo por el hecho de entrar en una página tan común como Facebook, al alcance de millones y millones de personas. Los datos no se almacenan en algún sitio medianamente desconocido, sino que páginas de consulta diaria o continua prácticamente que se instauran como una necesidad en la sociedad de hoy.

 ¿Es posible delimitar esa información? Por supuesto que sí. Cada portal da opción de modificar la privacidad de un perfil al antojo del usuario pero no siempre es tan fácil. Pese a que se tenga una cuenta cerrada a cal y canto, en las cuentas de los amigos aparecerán del mismo modo contenido tal como las fotos etiquetadas y los comentarios que se han dejado en otros perfiles. 
Por otro lado queda la cuestión de la cantidad de amigos que se van generando al tener una cuenta durante mucho tiempo, así como antes pasada con Messenger. Actualmente quienes reúnen 700 contactos, y sólo tratan con un 10% de ellos, saben que están exponiendo su vida privada. Eso sí, anima muchísimo recibir 300 felicitaciones de cumpleaños de gente que te recuerda el día que una página web así lo indica.

La red no es un lugar tan seguro como pensamos pero a diferencia de antes, no parece sorprender reconocer a gente por la calle por tener algún amigo en común o ser reconocido del mismo modo. Nos hemos amoldado al hecho de que la información esté al alcance del teclado.  Hasta la industria musical reflexiona sobre esto:



Lucía Castillo Monteagudo

1 comentario:

  1. Me encanta el ejemplo musical, Lucía. Muy esclarecedor.
    Lo cierto es que no podemos decir que seguimos interactuando abiertamente en las redes sociales sin tener conciencia de la cantidad de información que ponemos al alcance de un clic, pero se ha convertido en un hábito, ha quedado aprehendido como estado de normalidad virtual y mientras no nos estalle en la cara, nos parece hasta entretenido.

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