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martes, 8 de noviembre de 2011

Robando nuestra identidad (II)

Eugenio ya nos habló en entradas anteriores sobre las diversas formas mediante las cuales se puede usurpar la identidad digital de una persona. ¿Pero qué ocurre cuando el "ladrón" en cuestión no se trata de ningún estafador que pretende acceder a cuentas bancarias, datos confidenciales o a información personal de los clientes de una empresa? Hoy por hoy no se necesita ser un hacker ni tener ninguna finalidad lucrativa para estafar en la red. Basta con utilizar las redes sociales para atentar contra la imagen de un usuario o incluso para transformarla completamente. Celos, afán por desprestigiar a la persona en cuestión, aburrimiento o ganas de hacer daño sin más, pueden ser algunas de las "razones" por las que estos estafadores tan particulares pueden llegar suplantar una identidad.

A continuación vais a leer algunos casos sobre venganzas laborales, despecho y actividades de extorsión que ya han sido descubiertos y debidamente sancionados. Sin embargo, no siempre se llega hasta este desenlace. El rápido crecimiento de las redes sociales ha provocado una proliferación de ataques contra personas y entidades enorme, aprovechando el anonimato de la red y nuestra falta de autocontrol. Se conoce que hasta el 43% de los usuarios poseedores de una cuenta de Facebook tiene configurado su perfil de manera que todos puedan echarle un vistazo. Además, también nos encontramos con problemas involuntarios de privacidad cuando los operarios de Facebook realizan actualizaciones en el sistema operativo que pueden cambiar nuestra configuración original. Si no nos damos cuenta a tiempo de este hecho, cualquiera podría fisgar entre nuestra información más personal sin nosotros desearlo.

Por ejemplo, Carmen comenzó a recibir un gran número de llamadas poco ortodoxas de hombres que querían tener relaciones sexuales con ella. Al parecer, alguien había creado un perfil con su nombre, fotografía y teléfono móvil en una página de contactos. Y no solo eso, ya que también se podía leer lo siguiente: "Quiero quedar y follar con chicos de 22 a 40 años de Madrid y alrededores". La culpable resultó ser Ana, que quería vengarse de la susodicha debido a cuestiones sentimentales, ya que ambas habían mantenido relaciones con el mismo hombre. Carmen denunció los hechos y la Agencia de Protección de Datos probó que el perfil había sido creado desde un ordenador asociado a la línea telefónica de Ana, a la cual le cayó una multa de 2.000 euros por vulnerar el artículo 6 de la Ley Orgánica de Protección de Datos.

Otro caso es el de un adolescente argentino de 13 años que fingió ser una joven y guapa empresaria en la red social Facebook. ¿Su objetivo? Enamorar a un chico de veinte años para más tarde extorsionarlo por 100 mil pesos simulando el secuestro de la misma. Al parecer el chaval creó una página de perfil falsa utilizando la foto de la novia de un pariente suyo, y tras comenzar a agregar a unos cuantos contactos acabó topándose con el joven de veinte, que se enamoró totalmente de ella pensando que era real. Después de siete meses de romance virtual (con su intercambio de fotografías y mensajes correspondientes), ella le citó para conocerse personalmente. Cual fue la sorpresa del veinteañero al comenzar a recibir mensajes de unos supuestos secuestradores que afirmaban no solo tener a la chica, sino que si no recibían la módica cifra de 100 mil pesos, sería asesinada. Este hecho movilizó a agentes de la inteligencia y a la policía de dos provincias distintas (en una investigación por secuestro extorsivo) hasta que consiguieron dar con el titular del móvil desde donde se mandaban los mensajes. El chico fue encontrado en su colegio, desde donde se disponía a mandar otro nuevo. Él alegó que solo había sido una broma. (Toda la información en http://tiempo.elargentino.com/notas/una-broma-facebook-termino-mal)

Otro ejemplo lo encontramos de la mano de un trabajador del hospital Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Cartagena, despedido por crear una cuenta de Facebook falsa a nombre del director del hospital. El trabajador no solo utilizó sus datos personales sin ningún tipo de consentimiento, sino que también publicó en esta red social toda una serie de frases injuriosas contra el hospital y sus empleados (en boca del gerente, claro está) Las represalias no se hicieron esperar, ya que los jueces consideraron una falta muy grave la suplantación de personalidad. El trabajador, como ya podéis suponer, quedó de patitas en la calle.


La suplantación de identidad en las redes sociales está a la orden del día, y esto es algo de lo que Facebook, Tuenti y Twitter empiezan a ser conscientes cada vez más. En este enlace podréis leed los pasos para denunciar un posible robo de identidad en cualquiera de estas redes sociales: http://myspace.wihe.net/suplantacion-identidad-redes-sociales/ El riesgo para la imagen y seguridad de los usuarios en estas situaciones es innegable, y a pesar de que los administradores se den prisa para eliminar las posibles cuentas falsas que sean denunciadas, a veces no es suficiente. Quizá la solución sería que las redes sociales obligasen a sus usuarios a demostrar su identidad al registrarse y crear un perfil, pero podría pasar bastante tiempo antes de que se diera este cambio.


Irene Benlloch Cabiedas

3 comentarios:

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  2. Cualquiera puede crear un perfil falso en cualquier red social, o en cualquier cuenta de correo electrónico, ya que los datos que se dan pueden ser inventados perfectamente. Por ejemplo, en una red social, si te haces cuentas de correo electrónico diferentes, puedes creare tantos perfiles como quieras. Muchas veces se crean conflictos en diferentes páginas web debido a estos perfiles falsos Por ello, si que deberían tomarse medidas para que esto no ocurriese, ya que se pueden crear problemas bastante graves.

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  3. La suplantación o invención de una identidad es un fenómeno muy común en las redes sociales y , sobre todo, entre la gente joven. He llegado a escuchar casos en los que una persona creaba una identidad falsa en una red social con el propósito de estar al corriente de la vida de una persona que, previamente le había eliminado de su lista de contactos. El fallo es agregar a la gente por que sí, sin apenas sonarte su cara. Una cara que, seguramente está bajada de Google imágenes.

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